Se acaba junio.
Me he levantado y no estás.
Nuestro gozque ladra
al vacío que dejas
y se tumba al pie
de la mecedora,
esa que mece silencios
y contempla auroras.
No sé ladrar.
Pero ladraría ahora mismo a las sábanas
por dejarte marchar.
La cama sin ti parece grande
y yo voy menguando como Alicia.
Afuera los árboles están verdes,
y el cielo, ajeno a mi melancolía,
brilla como nunca y se muestra limpio y celeste.
Pienso ahora en tus labios,
tan hermosos como ausentes y
en los besos que nos damos.
Te echaré de menos, amor, hasta que regreses,
hasta que tus manos jueguen de nuevo
con mi pelo rebelde
y como el tuyo,
sedoso y ya canoso hasta la muerte.
Se acaba junio.
Orad
Deja una respuesta