Mi madre anda lenta.
Unas serpientes relentizan su marcha y le recuerdan que cerca están los ochenta. ¡Ojalá le hubiese enseñado a reír antes de tener a los reptiles!,
porque cuando mi madre ríe es más bella.
Hoy me he dado cuenta de que el tiempo es efímero y de que no todo el mundo que me rodea
merece el mío.
Mi madre lo merece aunque camine lenta y las víboras la acompañen.
A ella siempre le puedo contar la verdad,
a los que me ignoran,
solo guardarles luto.
Luto porque esas personas ya no están.
Porque son como relojes sin pila, que, guardados en un cajón, te recuerdan que un día funcionaron y ahora, no sirven de nada.
Un reloj que no avanza ya no tiene tiempo.
Una relación que no avanza sufre de lo mismo.
Quien no nos ama, respeta o quiere,
no merece compartir nuestro tiempo.
Nunca fui de decir lisonjas para agradar, ni de castrar mis sentimientos.
Con la mascarilla, ahora, finjo pocas sonrisas.
Mi madre anda lenta,
y yo, voy a su paso,
Àngels Orad
29-6-2020
Hermoso…
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Gracias. Saludos.
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