Qué bien hallé en ti
que mi pasado durmió en la arena.
¡Que nadie vaya a buscarlo!
¡Que nadie vaya!
En los malos recuerdos,
ni me paro, ni recreo.
¡Que nadie vaya a buscarlos!
¡Que nadie vaya!
Porque gozando tu presencia
mis ansias despiertan.
¡Que nadie desee pararlas!
¡Que nadie las pare!
Y no es novedad,
que al calor de mi ombligo
tus manos bailan,
y yo, yazgo a tu abrigo.
¡Que nadie marre este anhelo!
¡Que nadie lo marre!
Anmarí D’aro.
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