Hoy desde el balcón,
donde el sol ha vuelto a secar la ropa,
he pensado en ti
y en todos los besos que nos damos que, como gotas de un deshielo eterno,
me han vuelto a calar.
Quisiera quedarme quieta
y contigo.
Quisiera no saber usar la mascarilla ni tener el alma enlutada por los que se van,
ser tan solo un ojo que escucha y boca que ve,
pero ya no nieva
y la poca nieve, que queda a la orilla del camino,
hay quien dice que se pudre.
Me apoyo en la barandilla
sujeta-suspiros y me digo:
¡ojalá la vida sigua dándome besos que roban el aire!,
que a mí, la nieve que se pudre en la orilla del camino me da igual
que, como una falsa amistad, ya se esfumará.
Anmarí D’aro
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