Mirarme a los ojos y sentir incomodidad.
¿Cuánto tiempo voy a emplear en ello?
Todo el necesario, nunca más allá.
Mirarme y huir de la holganza de hacerlo.
Aceptarme como soy.
Sé que no debo confiar en aquellos que ponen ponen el árbol de Navidad por ponerlo. Demasiadas luces me hieren el iris derecho.
Yo preferí desde pequeña un nacimiento estrella.
Tierno y sin maldad.
¡Ay, del que no sabe el nombre de la que ya espera!
Ella me conoce.
Por eso no me preocupa que tergiversen lo que digo.
Sigo mirando el reflejo en el espejo. Ya no me incomoda, diría que, incluso me gusta.
Àngels Orad
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