Nutrir, con ahínco, la hoguera de la vida.
Aceptar que, sin aire,
aquella que nos reconforta se apaga.
Avivar, ahora más que nunca, juntos, los rescoldos tibios
y percibir, con esperanza, que aún con chaqueta puesta, nos llega un calor redondo.
No queda más
que ser uno con el sol
y rendir pleitesía a los troncos.
Anmarí D’aro
LA HOGUERA DE LA VIDA

Firmo debajo, Ángels.
Fuerte abrazo.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Otro abrazo para ti.
Me gustaLe gusta a 1 persona