Perderle el gusto a los martes,
a los jueves,
y olvidar que sábado fue ayer.
No perdérselo a las bocas que razonan,
a las que besan
y a las que alientan.
Volvérselo a perder a la desmesura
y no a las rosas aljofaradas de Góngora.
Perderle el gusto
a los silencios improductivos,
y a las respuestas por compromiso,
no a la sonrisa de mis sobrinos.
Perderle el gusto a gustar,
que no a gustarme,
mientras recuerdo
que aquello que me complace
no lleva lazo,
ni entiende de martes,
de jueves, ni sábados.
Anmarí D’aro
ALJÓFAR

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