SON TIEMPOS DE NO AHORRARSE LOS TE QUIERO
La muerte no deja de estar presente y, desgraciadamente, hace pequeño todo lo demás.
Todo menos la fe, claro que cada uno en lo que la tenga.
Ahora rezamos mañana, tarde y noche. No digo que este mal, solo que nos acordamos de santa Bárbara exclusivamente cuando llueve. Bueno, aquí en Castelló, cuando llueve también nos acordamos de los técnicos de urbanismo del ayuntamiento. Pero eso, ahora, es harina de otro costal.
Con el panorama que tenemos, y con el que se avecina, estamos dejando de hacer planes, postergamos los que ya teníamos hechos.
Todo lo posponemos hasta que llegue la vacuna. Y esperamos con el alma en vilo que funcione. Confiamos en que baje la cuota de contagiados y con ella la mortalidad,
esperando, y esto no me digan qué no es fe, en que todos aquellos individuos que sufren el síndrome de «NUC», colaboren. La cosa está difícil. Estos seres, los aquejados de esta enfermedad, “NUC: Neurona, única, calcificada”, ponen en jaque la salud de todos. Y de primera mano a todos sus familiares. A todos los familiares de estos afectados, mi más sentido pésame. Convivir con estos energúmenos debe ser desesperanzador.
Por eso hace días que tengo claro que mientras espero a que se acabe este año… ¿maldito?, la cuestión es que no sé cómo llamarlo con tantísimas muertes, pero a decir verdad, cuando en las familias nacen niños, la alegría del acontecimiento hace que los días se vuelvan maravillosos, los bebés son savia nueva, pura, savia que contagia esperanza, ternura, y esto ha sido lo que ha pasado en mi familia, pues como decía, mientras espero que se acabe este 2020, voy a decirle a todos aquellos a los que quiero, valga la redundancia, que los ídem.
Anmarí D’aro
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