ME PERSIGUE UN POEMA
Me persigue un poema que no quiero escribir.
Intento, en vano, distraer su atención.
Es perseverante.
Me escondo y juego con una redondez agitada
mientras el agua se lleva
el perfumado mar
que al despertar aún vive en mí.
De nuevo me encuentra.
Me enfrento al osado poema y lo reto.
«¡Te voy a escribir!»
«¡Te lo estás mereciendo!»
Y lo escribo…
En una diminuta fracción de tiempo, tan pequeña que dan ganas de llorar, y después de haberme peleado con él tantos días,
el incansable poema queda escrito.
He llegado a olvidar la puta mascarilla. Gracias.
La letra, que milimétricamente he empleado, me gusta.
También el punto final.
Anmarí D’aro
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