¡Te admiro, cabrón!, compartimos fecha de nacimiento —pienso leyendo a Bukowski.
Soy mayor y ya no quiero sonrisas forzadas, aunque durante toda esta pandemia, con la mascarilla, las finjo menos.
No quiero tragarme la palabra que se me seca, por falsa, en la garganta porque hacerlo, me quema y sé que no es correcto,
ni saludar por compromiso,
porque a aquello que me cuenten,
seguro, le haré caso omiso.
Sin embargo, agradezco una felicitación,
una puerta abierta
y una conversación tendiendo ropa.
¡Qué bonita es Merche!
Nunca me gustaron los chillidos,
ni las miradas extrañas,
ni las dobleces.
Otra copa de cava, por favor—le pido al hombre que vive conmigo,
ayer fue mi cumpleaños y quiero olvidar que un día senté a Gregorio en nuestra mesa y hoy,
hoy no lo quiero ni mirar.
«No sé de quién me hablas», dice él.
He sonreído.
Cuando me muera—sigo diciendo, no dejéis que Gregorio venga a mi entierro,
ni a las mujeres que son putas y no hablo del oficio; a esas, decidles que nunca las admiré.
Y tampoco oséis decir
que fui poeta, no lo soy,
ya hay demasiados imbéciles que creen serlo.
Anmarí D’aro
Deja una respuesta