Mi cuerpo envejece a la par que el tuyo y nada temo;
se estremece igual que el primer día,
cuando estremecido tú,
querías y suplicabas seguir
estremecido.
Mis pechos, ¿recuerdas?, más inflamados en esos momentos por el deseo,
buscaban y buscan la abertura de tus labios por la que se escapaba y se escapa, por primera vez y ahora, un te amo;
y ajenos a nosotros,
tus labios y mis pechos, como anoche, conversaban y conversan.
Àngels Orad
Precioso, Ángels!!!!
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Muchísimas, muchísimas gracias. Un abrazo.
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