La mediocridad cree manejar la escopeta de las letras
y nunca da el blanco apropiado.
Resbala como un sapenco agonizante que intenta dejar atrás su concha yendo en busca de un ansiado sol.
Me siento asqueada ante la necedad humana
que arroja sin parar y sin rumbo improperios,
como aerolitos el espacio a la tierra,
como el incívico las mascarillas al mar.
Ante los rostros patibularios, yo, sigo creyendo en Dios.
Àngels Orad
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