Deseo tu tacto suave,
blanco y de abanico;
Ansío tus letras mayúsculas,
tus minúsculas,
los números que te acompañan
y tu punto final.
Agradezco entonces a los hombres mi comunión contigo,
al hollín su impresión
y al poema su dulzura…
Ya a solas contigo,
señero entre el resto,
es cuando surge la magia.
Me acompañas en silencio,
me emocionas en extremo
o me provocas mil arcadas.
Si quedo atrapada,
me rindo a tu historia,
odio el final,
y me llora el alma.
Te busco

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