El roce de tus alas,
milano docto,
entibia mis mejillas,
regalándole a mi rostro,
tiernamente,
pinceladas bermellón.
Al tiempo, tu pico,
erudito donde los haya,
se muestra entusiasmado,
cuando, te propongo,
bienhumorada,
deshacer mi cama.
Àngels Orad
Deja una respuesta