Como un mimo despiertas mi afecto,
y así, sin hablar,
me seduces con caricias repuntadas en la piel.
¡Ay!, bendito amor que nadas en aguas de equilibrio y de respeto,
y haces brillar de dicha mis ojos.
Sigue mudo
y, con muecas,
comparte gálibo.
Àngels Orad
Deja una respuesta