Huele a romero en Cedramán
cuando el viento entre los árboles
cuenta que me quieres,
tú me ofreces pan y leña,
yo te hablo de ilusiones.
Es tiempo de madrugones y ladrillos,
de almuerzo y caña fresca,
de sudor, de chapuzón;
es tiempo de escribir nuevos relatos
al cobijo de la mesa,
y de leerte mis poemas en la cima de la calle Moleta.
Huele a tomillo en Cedramán
cuando buscas en mis ojos el calor,
tú te muestras como eres,
y yo me doy tal como soy.
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