La gata de Irene nos mira y vigila,
¡minina, minina!, clama la niña.
La gata tiene dos cachorros,
y al pasar por delante nos persiguen.
Los gatitos quieren jugar
cuando una vocecita dulce exhorta:
tía, ¿nos podemos quedar?
Van llegando felinos,
y en un plis plas cuento más de cinco.
¿Pero cuánto Micifuz hay?
Uno, dos, tres,
cuatro, cinco y seis,
y a la zaga del último,
otro, vemos aparecer.
La gata blanca de Irene
sigue vigilando y está callada.
Los gatitos juegan.
La niña sonríe.
Son más de las nueve
y la gata se levanta,
se estira y maulla.
Los gatitos tendrán hambre.
Por la senda abajo los vemos desaparecer,
uno, dos, tres,
cuatro, cinco, seis y siete.
¡Adiós, amigos,
comed todo y dormid bien, y no estéis tristes,
que estoy segura
de que volveré!
Àngels Orad
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