Querría calmarme en tus brazos,
ser una gata de angora,
dócil y tranquila.
Pero no sé.
Nunca supe ser gata,
ni vestirme de rutina,
ni callar en la noche.
Ni dormir.
¡Ah, si te vieras con mis ojos,
mientras duermes
cobijado en luz que esclarece letras!
Nos miraríamos a los ojos
y cogidos de las manos,
desnudos, vida, seríamos inmortales.
¡Despierta y dime!
¿Quieres que me quede?
Como vine, puedo irme,
y como estoy, quedarme.
Orad
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