No hay palabra pequeña
que no merezca ser mecida,
pero, cuando la tarde
aletea caprichosa en mi ombligo,
cuento naves hundidas,
y recuerdo que mi silencio
es tu olvido.
Qué fácil hubiera sido mecer
una palabra pequeña;
un «sí» y no asesinarlo.
…lloro delante de estos versos,
tú me llevas en la sangre.
Àngels Orad
Pizarnik es tan imprescindible…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Certísimo. Gracias por comentar.
Me gustaMe gusta