La espera es fragosa,
acerba y húmeda en tejido,
y el viaje arduo de soportar
si no obtengo respuesta.
Mi apremio incluso te ofenda
pero estimo que, tenerla,
es insalvable.
Pasa el tiempo y tú…
tú aguardas callado.
El tiempo pasa y yo…
yo muto en letargo.
¡Habla, Gracia!,
no creas que te quiero compeler,
pero revisa el pasado que traigo conmigo,
¡atiéndeme!,
alivia mi espera por verte,
o ven sin demora al final del camino,
dónde amanecerá Dios
y medraremos.
Àngels Orad
Deja una respuesta