Envuelta en paños
tengo una oración perdida.
Pequeña y preciosa,
y cientos de veces dicha.
A veces la prendo en mi boca
y en sueños la envío a tu pecho.
Y me vibra saliendo
y te alcanza de lleno.
¡Apréndela en silencio!
Y cuando sepas que me he ido
ven a rezarla en mi tumba.
Porque así sabré que para ti,
nunca, nunca fui olvido.
Àngels Orad
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