Conservo en mi mesa
dos novelas, partituras
y varios manuscritos;
son casi las tres de la madrugada
y no he dormido.
Me observo al pasar por delante del vetusto espejo,
el reflejo que antes fue nuestro,
ahora es único y triste.
Ya no soy la guitarra que sonaba entre tus manos;
son las tres de la madrugada y no he dormido.
Esta solitud llega a glaciarme,
me falta el aire…el tuyo,
me falta piel…la tuya.
Serpentea el recuerdo nuestro en el tálamo par,
y allí me dirijo parando el tiempo.
Amor, si de mi sale vida,
sale espera,
sale flor
y sale miel,
¿por qué tu torpe andar no se muere de sed
y terminas por saciarte
de nuevo en mí?
Atrás quedaron las tres de la madrugada
y no he dormido.
Àngels Orad
Foto bajada de internet sin ánimo de lucro.
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