Recuerdo el pasado septiembre
y con él, aquella puesta de sol; era lunes.
Tus manos, traviesas, jugaron sobre mi cuerpo;
tu boca buscó la mía,
y en lo alto,
seis majestuosos buitres planearon.
¿Te acuerdas?
Yacimos piel con piel en un kílim que compartió nuestros secretos.
Recordaré, como hoy, aquél día de septiembre,
mi sed desbocada,
tú dándome de beber.
¿Lo recuerdas, verdad?
La noche era cercana.
Anmarí D’aro.
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