Cierro la puerta de la que fue mi casa;
en la ventana el niño me mira y llora.
Comienza el final.
Los ladridos del can suenan tristes.
La que fue nuestra cama,
ahora tuya,
es grande para mí.
Quedas libre, desnudo,
listo para amar de nuevo.
Nada que reprochar.
Fuiste un buen poema.
Anmarí D’aro.
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