La soledad no escogida
muta en castigo
cuando te alejas y no escuchas
y yo, yo departo sola conmigo.
Como buque sin manbrú
y vergel agostado,
cuando me faltas tú,
así, contrita, deambulo.
Cierto es que soy arisca,
no lo voy discutir,
pero te quiero como el viejo al alba,
como el sueño a la esperanza.
Cantarina me deleito
cuando por fin siento tu arrimo,
y mil besos en mi prendes,
todos ellos bien cosidos.
Anmarí D’aro.
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