Desbarato mis temores
cuando pienso en tu semblante
y aniquilo acalorada de un plumazo,
como quien licor dulce bebe,
las dudas del pasado.
Pasado que me insta a pensar que no equivoco,
cuando tu nombre despierta invoco,
porque en estas horas peregrinas aunque esté triste y tú andes lejos,
no hay penumbra y nada temo.
Me perdí en tu mirada
y no hay camino de vuelta,
pero, quién quiere volver,
yo no quiero, es mi verdad.
Si existen afanes nuevos
nada hay que reprochar,
nuestro paraguas se abrió a destiempo,
y no me pudiste cobijar.
Cierra los ojos, buen amor
y apriétalos hasta que sangren,
llora lágrimas de antes
y explícame entre susurros
qué hago con noviembre,
este mes que entre mis labios
por ti suena
…diferente.
Àngels Orad
Deja una respuesta