Tuviste el perdón de su mano
y con ademán gastado,
como niños que lloran
cuando un dulce no consiguen,
lo ignoraste.
Pasarán días, años
y aquellos pilares,
que defiendes sin cuartel,
desgastados por el tiempo
cederán a tus tormentas,
y una vara de medir
qué ahora crees obsoleta,
acuérdate de estas palabras…
las medirá también en ti.
Anmarí D’aro.
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