En la tarde que triunfa el otoño
calmada su imagen me llega
y contemplo jugando a espigarse,
a tu más valioso tesoro.
Su risa el alma me llena,
soy dichosa al oírlo feliz,
la vida se torna azulada
¡Ay, amigo!
de tenerlo tan cerca de ti.
Àngels Orad
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