El pan tostándose desprendía ese olor a mañana, a hogar, a puesta a punto, a ganas de comerse el día, pero la casa sin los chicos ya no era lo mismo.
Hoy nadie peleaba por querer la tostada con cuscurro, ni por pillar primero el bote de crema de chocolate para untar, atrás quedaban las risas, sobre todo las del día en que David quiso demostrar que el chocolate y la mortadela no estaban reñidas, sonrío aunque emocionada de saberlo tan lejos, pero recuerdo como si fuese ahora los verdaderos esfuerzos que hacía para poder comerse, la «supertostada», tos y todo tenía el pobre, pero su dignidad le impidió vomitar, ni siquiera tener una simple arcada.
¡ Cuánto los he disfrutado, Señor!
La chispa de humor, la mayoría de las veces la tenía Marián, cabezota cuál cabestro, tierna y cariñosa, nos deleitaba muchas mañanas cantando mientras salía el café, la disputa surgía cuando usaba el teléfono de la ducha de micrófono y agotaba el agua caliente del calentador, por eso, su padre y yo al final le hicimos caso a David; Así muchos días después de la primera canción, acudíamos a la puerta del baño y aplaudíamos como si no hubiese un mañana, Marián siempre reía y gritaba :
-Gracias estimado club de fans, ya salgoooooo.
Han pasado pocos meses desde que los gemelos se marcharan definitivamente a Florencia, su restaurante marcha viento en popa, Marián en la cocina y David en la gerencia, no podía ser de otra manera, después de la mortadela con chocolate, no.
Vuelvo a sonreír, ahora seré yo quien pelee con David padre por la tostada con cuscurro, pero con tomate, aceite y sin sal, a nuestra edad ya hay que controlar la tensión o Sanidad empieza a bombardearte con pastillitas.
– David, el desayuno está listo.
– Voy, mi vida.
Sé que está acabando de hacer nuestra cama.
Llega a la cocina y me besa, cuando me giro a por las tazas para el café me da un azotito en las nalgas, me giro y me vuelve a besar, aparta el pelo de mi cara con suavidad y me dice :
-Yo también los echo de menos.
En breve iremos a verlos, cogeré algunos días de asuntos propios que me quedan, así, «bella mia», podrás seguir practicando tu italiano a la vez que te cae la baba de volver a tenerlos cerca por unos días.
Lo miro con toda la ternura que siento por este maravilloso hombre con quien comparto mi vida.
-Te amo, desayunemos, o se enfríará el café.
Sé que se va a enfriar y sonrío.
Anmarí D’aro. Derechos reservados 🔏.
Precioso, gracias. Cuanta ternura derramada sobre las tostadas.
Un saludo.
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Gracias. Me alegro de que gusta. Pasa buen día!
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