Montada a horcajadas del viento
viaja la orate que todo lo enreda
y arrasa en su vuelo, estopa, y la prende de odio eterno;
hasta el sol vuelve rubicundo
con su inmisericorde proceder.
Su queja perpetua el entendimiento aleja,
pero su hablar,
murmullo incesante que agrede sin piedad,
gracias a Dios pierde su fuerza en la distancia.
Distancia sabida,
esperada, elegida.
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