Unos aceptan la cosmogonía,
yo… pienso
que es el Maestro
quien me guía.
Él me protege en las veredas
de serpientes y murciélagos,
y alivia mis pesares
refugiándome en tus brazos.
Él me impulsa a seguir avanzando
y, aunque el camino no es llano,
percibo que es más fácil
si tú me das la mano.
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