Y miré de nuevo su rostro,
me prendé, y verdad es,
de la miel ámbar de sus ojos.
Cómo dejar de hacerlo
si a cada pestañeo me acaricia
y aniquila al tiempo mi penar.
si a cada pestañeo me acaricia
y aniquila al tiempo mi penar.
No deje de hacerlo, caballero montaraz,
que la verdad que existe en sus ojos
da luz a nuestro caminar.
ANMARÍ D’ARO. DERECHOS RESERVADOS
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