Desconfía del hombre que se desdice;
bien por inherente rebeldía,
bien porque no respeta ni siquiera a quien bendice.
Desconfía,
hazme caso, noche y día,
desconfía,
pues esa persona sucumbió a un letargo
untado de desdén,
y quiso que el verano
fuera por siempre,
un invierno largo.
Una pared de indiferencia
tal hombre levantó
que aquellos, que confesos,
un día le amaron,
por los siglos se quedaron
a vivir al otro lado.
La vida da vueltas
y sabemos que menudo duele,
pero en ese nuevo lado
huele a mar,
el verano es largo,
y cuentan, y es verdad,
qué tras ese muro,
doy fe como habitante,
todos van a una
y comparten sus fortunas,
amándose sin medida
como que cada día despunta el sol
y de ello no se olvida.
Bonito e inquietante. Ojalá, algún día, a ese, a quién te refieres, le vuelva la razón y trate de arreglar lo que dejó pendiente al otro lado.
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¡Amén!
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precioso! Es preciso más escritos como el tuyo!!
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Gracias, Iñaki!
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enhorabuena
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hay que ponerse al otro lado del muro, y quizá pensar que la línea imaginaria no tiene sentido
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Cuando es uno quién no la construye nos queda esperar a que el sentido común actúe y se decida su demolición. Mientras nos apiñamos para vivir, bajo las mismas ideas de paz.
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así es
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tu precioso poema me recuerda a otro poema que escribí en mi blog
La Madita línea imaginaria
https://cooperacioambalegria.co/2018/08/21/la-maldita-linea-imaginaria/
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